Tiempo atrás Gabriel nos dio el dato de ir al barrio Matucana para ver la biblioteca de Santiago. Un barrio que más de una sorpresa da a quienes lo visitan por estos días.
Les dejo otras imágenes de la exposición.
Un abrazo.
El sábado pasado anduve de compras por esos lados. A todos nos ha pasado que uno va a los lugares con un objetivo y lo que pareciera ser un plan claro, las circunstancias lo cambian de tal forma que la jornada se hace más entretenida debido a algún factor especial.
Ese factor a mí se me dio cuando al bajar en la estación del metro Quinta Normal, me encontré con una exposición plagada de reminiscencias. Se exhibían ahí juguetes antiguos. Algo especial sin duda. Me puse a pensar en quienes los poseyeron allá por los inicios del siglo XX, en la posible herencia que esos juguetes llevaban intrínsecamente para los niños de posteriores generaciones, antes de que el esquema de juego de los nuevos niños fueran alterados por los avances de la tecnología.
Pude ver ahí, la simpleza del diseño en cada juguete, carretitas hechas de madera, un carro de bomberos hecho sin duda por el papá de un regalón cualquiera, así también algo más sofisticado como trencitos con vías, miniaturas de soldados, todos ellos transmitiendo algo especial.
Me sentí un poco como Dominique Brotodeau, ese personaje cincuentón de la pelícu
la Amelie que encuentra en una caseta telefónica una cajita en que él había guardado sus juguetes de infancia. ¡Qué sensaciones más fuertes son para un hombre mayor poder evocar momentos idos! esos que muchas veces son los mejores de una vida. Es la magia que esos juguetes de antaño poseían, en donde primaba la simpleza y un espíritu que ya, en los tiempos actuales, desgraciadamente ha ido desapareciendo.
Ese factor a mí se me dio cuando al bajar en la estación del metro Quinta Normal, me encontré con una exposición plagada de reminiscencias. Se exhibían ahí juguetes antiguos. Algo especial sin duda. Me puse a pensar en quienes los poseyeron allá por los inicios del siglo XX, en la posible herencia que esos juguetes llevaban intrínsecamente para los niños de posteriores generaciones, antes de que el esquema de juego de los nuevos niños fueran alterados por los avances de la tecnología.
Pude ver ahí, la simpleza del diseño en cada juguete, carretitas hechas de madera, un carro de bomberos hecho sin duda por el papá de un regalón cualquiera, así también algo más sofisticado como trencitos con vías, miniaturas de soldados, todos ellos transmitiendo algo especial.
Me sentí un poco como Dominique Brotodeau, ese personaje cincuentón de la pelícu
la Amelie que encuentra en una caseta telefónica una cajita en que él había guardado sus juguetes de infancia. ¡Qué sensaciones más fuertes son para un hombre mayor poder evocar momentos idos! esos que muchas veces son los mejores de una vida. Es la magia que esos juguetes de antaño poseían, en donde primaba la simpleza y un espíritu que ya, en los tiempos actuales, desgraciadamente ha ido desapareciendo.Les dejo otras imágenes de la exposición.
Un abrazo.
1 comentario:
Bello reportaje estimado Kanelo; tienes la sensibilidad adecuada para conectarme con esas sensaciones de los juguetes antiguos; las imágenes, gran aporte.
En que andás chico ?
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