lunes, febrero 12, 2007

Un cambio de idea


La intención inicial.

Me andaba picando el bichito del posteo desde hace varios días y tenía varios temas posibles. La cercanía del Transantiago hacía que este evento fuese el elegido para mi siguiente entrega. Así es que, acordándome de las palabras del maestro Gabriel Bunster me puse el sombrero de buen reportero ciudadano y enfoqué mis sentidos en el ambiente previo existente a eso de las 20:30 hrs. mientras caminaba por Mac Iver rumbo al paradero que está al lado de donde estaba el desaparecido cine Santa Lucía.

Se percibía el fin de un mundo que atesoraba décadas de experiencias de todo tipo, desde la época de las primeras góndolas hasta las amarillas creación del ministro Germán Correa. En la esquina de Alameda con Santa Rosa los estertores del vilipendiado modelo de locomoción de nuestra capital, mostraban a aquellos personajes simbiotizados con el mismo, los cantantes que levantaban su guitarra, sus charangos, bombos y afines, algún payaso tratando de subirse a aportar su cuota de humor a algún pasajero que no la hubiese pasado bien ese día También estaban los voceadores, aquellos ejecutivos de ventas de los choferes, los que llamaban a la gente indicando la próxima partida de la micro que hacía taco antes de dirigirse a El Salto, la Pincoya del Zalo Reyes, Juanita Aguirre y otros barrios del sector norte de Santiago.


Pude ver que el voceador no sólo se limitaba a esta asesoría a los amigos conductores, sino que también apoyaba a gente con limitaciones para caminar para ayudar a subirlas a la micro, me preguntaba yo ¿qué cresta va a hacer este pobre flaco a contar de mañana?, en fin, mi mente comenzaba a registrar y a registrar situaciones para inyectarlas en el post que venía.

Me instalé a esperar la 358 Cerrillos la Florida, un gran recorrido, super puntual, excelente frecuencia, realmente un ideal, tanto así que en la mañana, le extendí la mano al chofer, dándole las gracias por el buen servicio y deseándole lo mejor en lo que venía, por un momento noté que lo descoloqué y alcancé anotar su emoción cuando a continuación otra señora le dijo "también le quiero dar las gracias", reconozcámoslo, entre tanta crítica, pecábamos de ser duros con estos personajes llenos de defectos para nuestra visión, pero que de alguna manera aprendimos a comprenderlos en parte con el tiempo.

Cambio de idea.

Y así fue, dieron las 21:00 y mi eficiente 358 no pasaba, 21:15 idem, 21:30 tal cual. Cuando dieron las 21:35 me dio por relajarme y fijé la vista al frente. Increíble cuántas cientos de veces habré estado en ese paradero y no había reparado en la majestuosidad de la Biblioteca Nacional. La Biblioteca pensé ... inevitable recordar nuestros tiempos mozos cuando era un rito ir a la Biblioteca Municipal de Concepción en nuestra época liceana y después al imponente edificio que la Universidad de Concepción tenía para sus estudiantes. Todo un mundo el de las bibliotecas, paso obligado para alguien que se apreciara de estudiante dedicado. También ahí nacían amistades, amores y la perentoria sujeción al ritual de pedir tal libro y devolverlo oportunamente so pena de suspensión de beneficios.

Es de todos conocido de que el tradicional ambiente de las Bibliotecas, ha sido tocado por el devenir de los tiempos tecnologizados, los que han puesto a Internet como la alternativa a las limitaciones que muchos tenían para acceder a material instructivo como de expansión. Hoy, aquellos buscadores incansables de temas de todo tipo, encuentran con un alto porcentaje de éxito lo que andan persiguiendo. Esta posibilidad de tener prácticamente todo a disposición, evidentemente que no transmite la calidez y el encanto de aquellas búsquedas de antaño, cuando atrapábamos como un tesoro, aquel ejemplar que tenía los ejercicios típicos de la próxima prueba. Estamos en los tiempos tecno y estos llegaron para quedarse, pero estos son el producto necesario que el ser humano ha estado continuamente evolucionando. Un recuerdo cariñoso para esos viejos maestros que deambulaban por los pasillos de sus pequeños mundos, de escasos ejemplares y que se esmeraban en solicitar donaciones, valorar el que muchas veces se metieran las manos a su propio bolsillo (lo vi muchas veces) para que aquellos que no tenían los recursos suficientes también tuvieran la oportunidad de satisfacer su ansia de aprender, quizás cuántos grandes profesionales basaron su formación en gestos tan grandiosos como los de aquellos amantes de los libros.

El hermoso edificio de la Biblioteca Nacional, me hizo mezclar el temario del post, lo quise dejar así, después de todo, la espontaneidad es parte de nuestro habitual juego mental. Dando las disculpas del caso, los dejo con estas imágenes de este monumento nacional.