Era difícil contarle a mis amigos que habia un señor llamado don Francisco que no paraba de hablar desde las 14:00 a las 21:00 hrs., de Ironside, Elliot Ness, el lagarto Juancho y todos nos preguntábamos cuando llegaría esa maravilla a nuestra zona.
Recuerdo a mi prima Pilar esperando ansiosamente un programa infantil, ese era Pin Pon, ahí lo conocí, un ser entrañable que atrapaba con sus diálogos con el tío Valentín, que hacía algo tremendo como era el disminuir su tamaño y entrar a su cajita, lugar hacia donde trasladaba la imaginación de los niños y porqué no decirlo de los grandes con alma de.
Esas canciones que nos llamaban a reflexión, por ejemplo que para estudiar y a hacer las cosas habia que tener Método, o que había que lavarse los dientes así, llevaban tras de sí, el genio de Jorge Guerra un ser humano, un actor que fue proscrito por mentes enfermizas.
Si pudiésemos preguntarles a las educadoras de párvulos un referente en su día a día, creo estar seguro que Pin Pon es de los principales, su creador ha dejado huella, creo que el sentimiento ante su partida ha sido transversal en la sociedad. Por suerte, el arte tiene algo trascendente, es la herencia que queda y por ello nos conformamos con saber que Pin Pon no ha muerto.
Para Jorge Guerra nuestro homenaje, para él estos segundos para recordarlo en la canción más emblemática de su querido Pin Pon.