Es curioso ver como nos pasaba en la etapa de niñez y de adolescencia, que nos subiamos al carro de las opiniones de otros, hasta sin pensarlo, esas opiniones que muchas veces uno se da cuenta con el tiempo no fueron más que una moda o el simple capricho de alguien que quiso impresionar con que su gusto era de lo más top. En esas etapas de niñez y de juventud es donde más pesa la presión del medio y uno perdía, por temor al que dirán, la propia voz, su propia opinión.
Con la música se da ese fenómeno, recuerdo que una vez por los '70, un compañero me preguntó si en la fiestas a las que yo iba estaban sonando Neil Diamond o Cat Stevens, le contesté que ubicaba a Neil más no a Cat y me dijo ¡pero cómo no lo vas a conocer!, la mirada fue clarita, si no conocías no estabas en la onda (término de la época).
Habían vecinos en mi barrio que eran tangueros y ellos se sentían especiales, me acuerdo que despreciaban las rancheras mexicanas, a los mariachis, los asociaban con la gente de campo (?) , bueno, uno niño se subía al carro fácilmente también tendía a despreciar y ¿que nos da la vida posteriormente? algo de libertad, algo de espacio para abrirnos y saber apreciar los diversos géneros "menores", en el caso de la música mexicana, puntualmente la de mariachis, uno encuentra un sabor especial, las letras simples y que normalmente están asociadas con las diversas manifestaciones del amor, alegría y drama, transmiten algo especial, esa combinación única de guitarra, guitarrones, violines, trompetas tiene algo mágico, se complementa esto con las voces de los solistas que son realmente increíbles, esa mezcla, cuando uno escucha con atención a los grandes Miguel Aceves Mejía, Antonio Aguilar, José Alfredo Jiménez, Pedro Vargas, Agustín Lara, Javier Solís es estremecedora.
Con la música se da ese fenómeno, recuerdo que una vez por los '70, un compañero me preguntó si en la fiestas a las que yo iba estaban sonando Neil Diamond o Cat Stevens, le contesté que ubicaba a Neil más no a Cat y me dijo ¡pero cómo no lo vas a conocer!, la mirada fue clarita, si no conocías no estabas en la onda (término de la época).
Habían vecinos en mi barrio que eran tangueros y ellos se sentían especiales, me acuerdo que despreciaban las rancheras mexicanas, a los mariachis, los asociaban con la gente de campo (?) , bueno, uno niño se subía al carro fácilmente también tendía a despreciar y ¿que nos da la vida posteriormente? algo de libertad, algo de espacio para abrirnos y saber apreciar los diversos géneros "menores", en el caso de la música mexicana, puntualmente la de mariachis, uno encuentra un sabor especial, las letras simples y que normalmente están asociadas con las diversas manifestaciones del amor, alegría y drama, transmiten algo especial, esa combinación única de guitarra, guitarrones, violines, trompetas tiene algo mágico, se complementa esto con las voces de los solistas que son realmente increíbles, esa mezcla, cuando uno escucha con atención a los grandes Miguel Aceves Mejía, Antonio Aguilar, José Alfredo Jiménez, Pedro Vargas, Agustín Lara, Javier Solís es estremecedora.
No creo que sea reivindicación esto, Plácido Domingo ha interpretado grandes éxitos de mariachis, he seleccionado su versión para el inolvidable "El Jinete", aprecien junto con su hermosa voz, como transmite esa triste historia de amor, absolutamente sublime.
Un abrazo.